Un llamado de auxilio a la sociedad y a los líderes. Al inicio de la pandemia, durante más de tres meses, nos encerraron a todos, y a los restaurantes nos obligaron a bajar las cortinas. Muchos compañeros no sobrevivieron. La entrega a domicilio, los recortes y el “reinventarnos” completamente no fue suficiente. No hubo modo de sobrevivir y muchos han muerto. Los restaurantes que sobrevivimos, invertimos dinero que no teníamos, para cumplir con los protocolos de sanidad que nos exigieron (y nos exigimos a través de “Mesa Segura”). Redujimos el aforo al 30%, para que no hubiera “saturación” en nuestros establecimientos. Hicimos todo lo que pudimos, para poder brindar confianza y buscar con esperanza, que la gente regresara a nuestra mesas. Pero, regresó el nuevo “semáforo rojo” durante las últimas semanas de diciembre del 2020 y nos volvieron a cerrar. Y así seguimos. Somos conscientes de la situación, créanme. La mayoría sabemos por lo que estamos pasando. Yo sé que muchos de ustedes dirán qué es para protegernos del COVID-19, que los hospitales están a tope, que es la única manera de enfrentar la pandemia. Perdón, pero no estoy de acuerdo. La situación en México ha sido inmanejable, con contagios y muertes imparables, sin importar si los restaurantes estábamos abiertos o cerrados.

LOS RESTAURANTES NO SOMOS FUENTE DE CONTAGIOS

Ya hay un estudio con información fidedigna que fue realizado por las autoridades del Estado de Nueva York, en Estados Unidos de América.

Según los datos de rastreo estatales, los restaurantes y bares representan el 1.4% de la propagación del virus en el estado de Nueva York, mientras que las reuniones familiares representan casi el 74%. Esto no es sorprendente. En la ciudad de Nueva York, los restaurantes se limitaron al 25% de su capacidad.

¿Quién limita la capacidad en sus salas de estar durante las reuniones de fútbol o las fiestas de navidad?

Los restaurantes y otras pequeñas empresas hemos gastado mucho para cumplir con las regulaciones gubernamentales de COVID-19, incluida la compra de equipos de protección personal para el personal y mejores sistemas de ventilación. Pero ahora estamos siendo castigados porque el gobierno no ha podido controlar la propagación del virus.

LAS MEDIDAS A MEDIAS, NO SIRVEN.

Si al cerrar los restaurantes se hubiera controlado el virus, hubiéramos aplaudido y apoyado la medida. Pero no ha sido así. Ha sido un sacrificio en vano. Los contagios están en mercados, en fiestas y reuniones irresponsables de muchas personas.

No se puede seguir castigando a la economía formal a costa de la falta de control de otras actividades. Tal como los respectivos gobiernos lo han declarado, así como estudios internacionales lo han establecido, los restaurantes no son fuente de contagio. Las fiestas y eventos privados e incluso el comercio informal ha generado la pandemia que hoy estamos viviendo. Desde que se anunció el semáforo rojo, observamos con preocupación y frustración quela venta informal y el comercio de comida ambulante siguieron operando.

No podemos detener el comercio formal y dejar operando el transporte público, tianguis y mercados. Es incongruente e ilógico.

No hemos recibido apoyos de ningún tipo. Mientras en todo el mundo se han dado prórrogas para el pago de impuestos y servicios, apoyo para negociar con proveedores e incluso subsidios al desempleo, aquí no hay nada. En el caso de la Ciudad de México se está otorgando un apoyo de $2,200 pesos a algunos trabajadores del sector. Si bien aplaudimos esta medida, la mejor manera de ayudarles sería que se garantizaran las condiciones para que mantengan su trabajo con restaurantes abiertos.

YA NO PODEMOS MÁS

La situación es muy distinta a la que vivimos a principios del año pasado. Hoy los restaurantes ya acabamos con nuestros ahorros. Incluso, parte de estos fueron utilizados para adecuarlos con medidas sanitarias y de protección para los colaboradores, proveedores y clientes. Precisamente, gracias a esas medidas de higiene y a un aforo limitado es que los restaurantes no son fuente de contagio.

Se está condenando a miles de personas al desempleo. A nivel nacional, la industria genera 5.6 millones de empleos directos e indirectos. Calculamos que a finales de año se habrán perdido 450 mil en el país (empleos, entre ellos, cocineros, lavaplatos, meseros, gente de limpieza, etc.). Tan solo el anuncio del cierre de nuestros establecimientos por tres semanas provocó un incremento del 10% de empleos perdidos a los ya registrados.

Hasta la fecha han quebrado más de 13,500 restaurantes, según la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac).

La crisis de salud aún estará presente por un tiempo amplio. Si bien ya se empiezan a aplicar las vacunas contra el virus, el retorno a una normalidad aún se ve lejano, por eso es urgente emprender estrategias que definan la forma de operar los restaurantes aún en semáforo rojo, se trata de proteger la economía y la salud de manera equilibrada.

UN ÚLTIMO LLAMADO DE AUXILIO

Ahora, además de la crisis sanitaria, vamos a dejar a una industria en los huesos, con miles de empresas cerradas, con cientos de miles de gente sin trabajo y a un país en una crisis económica muy difícil de remontar, con más pobreza, con más hambre, lo que traerá más problemas de inseguridad, violencia, niños y jóvenes sin acceso a educación.

¿Se imaginan un mundo sin restaurantes? ¿Qué les vamos a decir a toda esa gente que se queda sin sustento? ¿A dónde vamos a ir a platicar con los amigos? ¿Qué pasará con las citas amorosas, los acuerdos de negocios y las charlas interminables que solíamos tener? ¿Qué vamos a hacer sin el entretenimiento más vital e importante que hay en el planeta, que es comer y beber rico?

La periodista y escritora española Rosa Montero escribió en una de sus columnas en El País Semanal, que cerrar para siempre los bares en España era como arrancarles un pedazo del corazón a sus ciudadanos. Si dejamos que quiebren los restaurantes mexicanos, nos quitarán parte central de nuestra historia como país y nos arrancarán un pedazo de nuestras vidas.

Por eso hacemos un ÚLTIMO LLAMADO DE AUXILIO a través de un mensaje que lanzamos los restauranteros el lunes 11 de enero del 2021, desafiando el cierre obligado por el gobierno:

#AbrimosOMorimos

Porque si los restaurantes en México mueren, a los mexicanos nos quitan un pedazo de corazón. Todos moriremos un poco.


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