Si tuviera que hacer una nominación para la creencia más destructiva en nuestra cultura, sería la creencia de que algunas personas nacen inteligentes y otras nacen tontas. Esta creencia no solo está muy fuera de lugar como una descripción abreviada de la realidad, es la fuente de muchas patologías sociales y oportunidades perdidas.
Por ejemplo:
- Aquellos que obtienen puntajes bajos en las pruebas piensan que simplemente no son tan inteligentes y evitan las carreras difíciles que conducen a algunos de los mejores trabajos.
- Una fuerte creencia dentro de un campo académico de que el talento es innato va junto con ese campo que tiene menos mujeres e indígenas.
- Mucha gente pronuncia el hechizo de magia negra “Soy malo para las matemáticas” y se vuelve así. Unos pocos afortunados tienen ese hechizo roto y descubren que pueden llegar a ser buenos en matemáticas después de todo.
- La gente entiende mal el pasado e imagina un futuro distópico, sin darse cuenta de que cada generación es más inteligente que la anterior.
Dentro de esta realidad aberrante, abrumadora y triste, he notado distintas soluciones a la problemática generalizada. Pero para esto, debemos de abordar la situación entorno hacia “por qué” la impartición de la educación debe de ser transformada.
La educación como práctica formativa
Una concepción de educación que nos funciona bien para entender y explicar la relación que hay en la perpetuación del racismo en la sociedad es la de Émile Durkheim. Para este autor la educación no es más que aquello que las generaciones adultas o mayores seleccionan para formar a las nuevas; la educación sería, por tanto, más o menos “un proceso de transmisión de conocimientos e ideología que se da principalmente entre generaciones”. Entendidas así las cosas podemos ver, primero, que la educación es una actividad englobante o, mejor dicho, en la que permanentemente actúan todas las instituciones de la sociedad: la familia, la religión, las creencias, y aun de manera más concentrada el Estado, a través de la educación institucionalizada.
Sabemos hoy que la educación empieza desde el vientre materno, pero se formaliza cuando la persona está fuera de él. En los inicios de la vida, el mundo se conoce a través del filtro que proporciona el entorno familiar, el de los amigos y, en su conjunto, la comunidad y la sociedad. Las generaciones mayores imponen su impronta, sus modos de hacer, entender y percibir la realidad, y sobre esa base discurre la formación de las nuevas. Como es conocido, con el tiempo el proceso cognitivo deviene en algo mas autónomo, pero aun así tiene las marcas del entorno, de las etapas primarias de la formación. Nadie ve el mundo en abstracto, sostienen los filósofos. En consecuencia, las percepciones en todo momento estarán mediadas por los conceptos aprendidos y aprehendidos, y por las concepciones morales que se van arraigando, fijando y naturalizando en las partes conscientes e inconscientes de cada quien. La escuela, parte orgánica de la sociedad, tiende a reproducir lo que le interesa introyectar en sus miembros. La diferencia es que la escuela funciona en su tarea educativa como quizá no lo hacen las demás instituciones, bajo un procedimiento sistemático evolutivamente lógico, es decir, que intenta ir de acuerdo con las etapas del desarrollo por las cuales pasa de ordinario quien es sujeto y destinatario de su actividad . Por supuesto que la escuela también se declara partidaria de eliminar la ignorancia, ciertos prejuicios y pre-concepciones, pero no al racismo per se . Este, contra todo pronóstico, con todo y que es uno de los prejuicios ideológicos más deleznables, forma parte intrínseca de la naturaleza misma del proyecto educativo, al grado que arrancarlo de raíz podría significar la modificación sustancial de las bases mismas de los proyectos educativos oficiales.
LA EDUCACIÓN COMO EJE DE DESARROLLO PERSONAL
La educación institucional ha buscado, históricamente, la formación del “hombre nuevo” o, mejor dicho, de un mejor ser humano. El mejor, en este caso, no es solamente el que tiene más aptitudes para el saber ni el que acumula mayores niveles de conocimiento; en la percepción fundamental lo es quien — además de lo anterior — está biológicamente bien constituido, situación que deberá lograrse y demostrarse en la larga carrera formativa que entraña la educación institucional. Por supuesto que esto es un ideal, pero la educación de por sí persigue ideales. Entonces, el ideal por excelencia de la educación occidental es la formación del “hombre nuevo”, síntesis de lo anteriormente señalado. Modelarlo, perseguir su logro es — desde el proyecto ilustrador de la educación francesa, en donde se inspiran en buena medida los sistemas educativos occidentales y latinoamericanos — acaso el objetivo más caro de la educación.
Así, la formación del “hombre nuevo” fue durante mucho tiempo una preocupación indiscutible en los objetivos de la educación, y aún hoy en día sus influencias perduran, puesto que mucha gente ve en la escuela la institución que transforma o debe transformar a quienes pasan por ella y esto, como se ha dicho, incluye no solo lo que corresponde a la sabiduría y al conocimiento de la ciencia, sino también los aspectos éticos, morales y la propia constitución biológica y física de las personas.
EL FALLIDO ESTADO DE LA DISTOPIA EDUCATIVA
Un famoso experimento realizado por el profesor de psicología de Harvard Robert Rosenthal en 1964 les dijo a los maestros que ciertos estudiantes, elegidos al azar, estaban a punto de tener un crecimiento acelerado en su coeficiente intelectual. Estos niños terminaron teniendo su IQ creciendo más rápido que los otros niños.
Si tuviéramos un sistema educativo que esperara que todos los niños tuvieran éxito y les diera el tipo de estímulo adicional que esos maestros inconscientemente les dieron a los niños que esperaban que les fuera bien, entonces los niños en general aprenderían más.
Los niños cuyos maestros tenían bajas expectativas pueden esperar mas encasillamiento en la universidad. Demasiadas especializaciones caen en una de estas dos categorías:
- Especializaciones en las que no hay una manera fácil de saber si un estudiante ha dominado las habilidades que ayudarán a conseguir un trabajo o enriquecer su vida.
- Especializaciones diseñadas para eliminar a todos los estudiantes lentos y solo enseñar a los estudiantes que aprenden rápidamente.
Detrás de la práctica de eliminar a los alumnos lentos está la idea errónea de que un alumno lento es un mal alumno, cuando en realidad un alumno lento que dedica el tiempo necesario para aprender a menudo termina con una comprensión más profunda que el alumno rápido.
La buena noticia es que se avecina una transformación total de la educación, le guste o no al establecimiento educativo. Extraigo mi relato de esta transformación de la educación de dos libros del profesor de la Harvard Business School Clay Christensen y sus coautores:
- Clase disruptiva: cómo la innovación disruptiva cambiará la forma en que el mundo aprende por Clay Christensen, Curtis Johnson y Michael Horn.
- La universidad innovadora: cambiando el ADN de la educación superior desde adentro hacia afuera por Clay Christensen y Henry J. Eyring.
El camino a seguir es claro: el potencial de cada estudiante puede desbloquearse combinando el poder de las computadoras, el internet y distintos desarrollos de software, con el toque humano de un maestro como entrenador para motivar a ese estudiante a trabajar duro en el aprendizaje. La tecnología aporta varios elementos a la ecuación:
- Lecciones personalizadas adaptadas al estilo de aprendizaje individual de cada estudiante a un costo que no arruinarían las finanzas familiares.
- Conferencias de algunos de los instructores más talentosos del mundo (como los cursos de estrategia del impresionante Michael Porter y muchas otras clases de economía por parte de Thomas Piketty).
- El tipo de trucos motivacionales de software que hacen que sea muy difícil para los niños alejarse de los videojuegos.
- Flexibilidad para que los estudiantes aprendan a su propio ritmo.
Pero como la motivación (el deseo de aprender) es tan importante, un maestro humano para actuar como entrenador también es crucial. En particular, sin un entrenador, la flexibilidad para que los estudiantes aprendan a su propio ritmo puede ser una espada de dos filos, ya que facilita la postergación o la procrastinación.
EL BUEN ESTUDIANTE
El buen estudiante, según la concepción tradicional, en los tres niveles educativos del sistema, desde primaria hasta la universidad, muestra una serie de características, entre las que podríamos mencionar:
- Obedece al profesor sin cuestionarlo.
- Otorga su respeto al profesor por el mero hecho de serlo.
- Escucha atentamente cuando el profesor habla y pide permiso para preguntar si tiene dudas.
- Se ciñe a lo que se le dijo que es lo ‘’correcto’’ y lo reproduce con precisión.
- Sigue las normas de la institución y del profesor y no intenta violarlas o cambiarlas
- Sólo habla con los compañeros cuando el profesor lo autoriza (recreo o tiempo autorizado para comentar algo como parte de una actividad en la clase).
En otras palabras, el considerado ‘’estudiante modelo’’ resulta serlo por haber adquirido los valores y las actitudes esperables de un trabajador no cualificado en una fábrica. Sólo tenemos que sustituir ‘’profesor’’ por ‘’capataz’’ en las líneas anteriores y veremos que podemos pensar en un ‘’buen estudiante’’ y en un ‘’buen obrero’’ con los mismos valores y actitudes.
Los ciudadanos obedientes, que no cuestionan las normas, que hacen lo que se les dice, entre otros aspectos, son, sin duda, los ciudadanos ideales, pero sólo desde un punto de vista: el del gobierno.
Los valores ciudadanos que deberíamos fomentar en las escuelas tendrían que ir en una dirección muy distinta si en realidad queremos que sepan vivir en una sociedad democrática. El ciudadano de hoy tiene que ser muy crítico con la información que recibe, pues los medios de comunicación mayoritarios privados pertenecen a unos pocos grupos empresariales con estrechos lazos con ideologías políticas, y los medios públicos son en general la voz del gobierno o de los grupos de poder vigentes, por lo que el ciudadano tiene que saber distinguir los hechos de las conclusiones que se le muestran.
El objetivo para ser un ‘’buen ciudadano’’ no debería ser satisfacer las expectativas del profesor tanto como satisfacer las de la sociedad; es decir, el diálogo con el otro, la solidaridad, la justicia social y la participación social tienen que ser valores fundamentales que deberían promocionarse de forma explícita y no implícita en el sistema educativo tradicional. Otro valor fundamental para los ciudadanos del siglo XXI es la necesidad de tener iniciativa propia, de contar con capacidad crítica, de ser capaces de plantear proyectos y cuyo único recurso ante un posible despido no sea irse a casa y esperar que alguien vuelva a contratarlo. La sociedad es cada vez más cambiante (pensemos que el internet se implantó en los hogares hace unos diez años y los cambios en todos los aspectos, social, económico, político, han sido tremendos) y no es posible predecir, ni siquiera imaginar, cómo será la sociedad dentro de treinta años. Por eso, los conocimientos y aptitudes que hoy son necesarios pueden ser obsoletos e innecesarios en el futuro. Sin embargo, la capacidad de tener iniciativa, de saber evaluar con espíritu crítico, analizar la realidad evitando prejuicios y buscar los datos más fiables para tomar decisiones son habilidades que siempre serán útiles y que el sistema educativo debería estar promocionando de una forma muy activa.
He aquí que un cambio profundo en la institución educativa es muy necesario si queremos preparar a la ciudadanía para una sociedad sobre la cual sólo podemos especular acerca de cómo será y dónde están las herramientas para enfrentarse a lo que hoy podemos considerar como incertidumbre.
LA TRANSFORMACIÓN EDUCATIVA
Al final, los cambios que esperamos ver dentro del modelo educativo actual, no deberían de ser nada difíciles. La tecnología y el contenido de esa tecnología ya son buenos y están mejorando rápidamente. Y aunque resulta bastante “acelerado” esperar que alguien sea un entrenador excelente e inspirador y que esté a la vanguardia de un campo académico, la cantidad de excelentes profesores y “coaches” en todos los niveles indica que, por sí solo, el ser un “coach inspirador” no es tan raro. Ser un “coach inspirador” en un entorno académico no es exactamente lo mismo, pero estoy dispuesto a apostar que también es muy común. Al tener el conocimiento de vanguardia de los mejores científicos y expertos del mundo integrado en el software y entregado en conferencias en línea, todo lo que una institución educativa tiene que hacer para brindar una educación de clase mundial es contratar maestros que sepan cómo motivar a los estudiantes (se escucha bastante sencillo, pero no lo es; por lo menos en México).
Del mismo modo, en los niveles de kínder y primaria, es más fácil encontrar maestros que sean inspiradores, si esos maestros pueden conectar a cada estudiante con un software diseñado por expertos personalizado para el estilo de aprendizaje de cada estudiante, estos podrán alentar a cada estudiante a profundizar en algún interés particular que atraiga al estudiante, mucho más allá del propio conocimiento del maestro. Sin embargo, los propios maestros terminarán sabiendo mucho, mucho más de lo que aprendieron en la universidad, simplemente trabajando junto a los estudiantes.
Pero, ¿Qué pasa con todas las fuerzas organizadas contra las reformas educativa? Aunque han ganado una y otra vez en el pasado, esas fuerzas reaccionarias se verán abrumadas por estas nuevas posibilidades. Serán como el departamento corporativo de tecnología de la información que trata de evitar que los trabajadores descarguen software no aprobado, (de bajo costo) por su cuenta, para hacer el trabajo.
El día del cambio no está lejos (algunos dirían que ya está aquí), cuando cualquier padre que tenga la inclinación de ser convertirse en un “coach” o “maestro inspiracional” puede asociarse con herramientas en línea de bajo costo para brindarle a su hijo una educación que es un 20% mejor (medido por los puntajes de las pruebas estandarizadas logradas) de lo que ese niño obtendría en las escuelas regulares. Es difícil comenzar una nueva escuela, y aún más difícil cambiar una zona escolar completa. Pero cuando una familia individual puede optar por no participar, ya no es David contra Goliat en un duelo a muerte, sino David dejando a Goliat atrás en el polvo en una carrera a pie. Al final, creo que las instituciones organizadas pueden hacer un mejor trabajo en la enseñanza que los padres solos, pero sólo si esas instituciones hacen las cosas bien. La capacidad de las familias individuales de optar por la exclusión obligará a la mayoría de las escuelas a seguir el programa o perder una gran parte de sus estudiantes.
Nada de esto sucederá al instante. En México, algunos estados tienen ya una fuerte tradición de impulso a reformar la educación (CDMX, Nuevo León, Jalisco y Guanajuato) y comenzarán a impulsar estos cambios. En otros estados, las fuerzas armadas contra las reformas al cambio educativo (Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero) podrán frenar el progreso durante bastante tiempo, luchando con uñas y dientes contra él. Los padres ricos y educados pueden ayudar a sus hijos a aprovechar las nuevas posibilidades educativas más rápidamente que los padres pobres que no están tan en sintonía con la educación. Pero cuando las brechas de rendimiento se abran lo suficiente, la educación en los estados rezagados surgirá, por demanda popular. Y el escándalo de una educación cada vez más deficiente para los pobres alentará los esfuerzos de los ciudadanos interesados hacia soluciones potenciadas por las nuevas tecnologías de aprendizaje.
En la educación superior, los estudiantes que logren movilizarse y decidir por un mejor futuro, harán que las escuelas que están al final del montón cambien o mueran. Muchos de los colegios y universidades más prestigiosos resistirán el cambio por mucho más tiempo, pero algunos adoptarán el modelo de “aula invertida” de hacer todo en línea (que se puede hacer de manera efectiva), y hacer en el aula solo aquellas cosas para las que es cara a cara (la interacción es crucial). Pero algunos de los prestigiosos colegios y universidades (ITESM, UNAM, IPN e ITAM) adoptarán los nuevos métodos y, como resultado, avanzarán en las clasificaciones. El resto finalmente seguirá.
HABILIDADES COMO NUEVO MODELO DE ENSEÑANZA
Hay otra fuerza que impulsará la transformación de la educación: un cambio de credenciales a habilidades. En la mayor parte del sistema actual, el énfasis está en los diplomas y títulos, credenciales que dicen que un estudiante ha estado sentado en clase demasiadas horas, mientras presta suficiente atención y “acumula” lo suficiente como para no hacerlo mucho peor que los otros estudiantes en los exámenes. Cada vez más, los empleadores querrán ver alguna prueba de que un empleado potencial realmente ha adquirido habilidades particulares. Por lo tanto, los certificados que puedan dar fé de la capacidad de alguien para escribir algún código de computadora, escribir un ensayo decente, usar una hoja de cálculo o dar un discurso persuasivo valdrán más y más. Cualquier programa de capacitación que tome en serio la necesidad de mantener su propia credibilidad puede ayudar a los estudiantes a adquirir esas habilidades y certificarlas para los empleadores de una manera que evite el establecimiento educativo existente. Solo presencie la popularidad actual de los “bootcamps” de codificación o análisis de datos. Ese modelo también puede funcionar para muchas otras habilidades. Para muchos estudiantes, ese tipo de certificación de habilidades específicas es una alternativa muy atractiva para un título de dos años.
Cuando se complete esta transformación de la educación, la educación de kinder y primaria costará aproximadamente lo mismo que ahora, pero será dos o tres veces más efectiva. La educación universitaria no solo será mucho más efectiva de lo que es ahora, sino que también será mucho más barata. Todavía habrá algunos colegios y universidades de élite caras; estas escuelas no solo estarán brindando educación, seguirán vendiendo estatus social y la oportunidad de codearse con profesores famosos. Pero a los colegios y universidades de menos élite les resultará difícil competir con la alternativa más barata de profesor de “institución pública” como “coach” de aprendizaje computarizado. Por lo tanto, el problema de los costos de la universidad será cosa del pasado para cualquier persona centrada en el aprendizaje, en lugar de la situación social (por supuesto, si los costos universitarios más bajos son una cara de la moneda, los ingresos universitarios más bajos son la otra cara; es probable que los profesores universitarios en general tengan una posición más baja en la distribución de ingresos en el futuro que en el pasado reciente, con salarios limitados a un grupo cada vez más reducido de estrellas académicas bien pagadas).
FUENTES:
Durkheim, 1975. Émile Durkheim. Educación y sociología. Barcelona: Ediciones Península; 1975.
https://qz.com/340304/degrees-dont-matter-anymore-skills-do/
Christensen, 2011. Clayton Christensen. The Innovative University. California: Jossey Bass, 2011.
Christensen, 2010. Clayton Christensen. Disrupting class. California: McGraw Hill, 2010
Piaget, 1991 Jean Piaget. Seis estudios de psicología. Barcelona: Editorial Labor; 1991.