En más de una ocasión, un proyecto como el de la cuarta transformación ha tenido que justificar los principios que guían sus acciones de gobierno. Sobre todo, aquellas que tienen que ver con generar justicia social en un país lleno de pobreza y desigualdad.

Negar la necesidad de construir un futuro distinto para los más pobres a través de la reivindicación de la política pareciera ser algo que a muchos les es difícil o imposible de entender y es por eso que creo en que, una parte fundamental de la transformación es intervenir en la educación y/o concientización de las personas.

La inteligencia como cualidad de los seres humanos para reflexionar sobre sus propios actos es un elemento fundamental para construir una realidad distinta. No obstante, la socialización a la que estamos expuestos en un modelo económico como el neoliberalismo extiende sus mecanismos a la racionalidad de las personas, o como lo señalaría el filósofo surcoreano Byung-CHul Han, esta racionalidad neoliberal penetra y se extiende en el subconsciente de los individuos hasta que han internalizados sus valores, los cuales son ejercidos en su vida cotidiana. Algunos de estos valores son la eficiencia, el cálculo costo beneficio y una desconexión de la vida colectiva que se vuelca a la responsabilidad y el logro individual.

La psicopolítica de Byung Chul-Han, termina desembocando en la formación de individuos a los que se les ha arrebatado la posibilidad de pensar en lo colectivo, en la empatía y la solidaridad en lugar de la eficiencia, y en el cálculo costo beneficio que siempre supone actuar solo si sus acciones son recompensadas con beneficios materiales.

En este sentido, diría que una de las labores más importantes de la izquierda es intervenir en los procesos pedagógicos para hacer de la inteligencia una cualidad que existe y trabaja para fines comunes en la humanidad. Los problemas que enfrentamos actualmente, desde los más pequeños y superficiales hasta los más graves como el cambio climático, no pueden enfrentarse desde una racionalidad neoliberal, la cual se enfoca en los esfuerzos individuales como la única posible salida.

Estos fenómenos requieren de la generación de comunidad, de lo que generalmente se denomina como tejido social, y esto último, a mi juicio, no es otra cosa que una forma de vincularte con los otros desde la empatía y la solidaridad, es decir, ver a los otros como una extensión de tu bienestar y tu libertad en el más amplio sentido social y no solo como una oportunidad de ganancia y de libertad, específicamente en su dimensión económica.

Enfocar los esfuerzos en los valores como la empatía y la solidaridad, tal vez sea el único camino para que la izquierda y sus proyectos políticos generen diferencias tangibles a largo plazo. De lo contrario, estaremos luchando contra una fuerza que no es tangible porque se encuentra en la racionalidad y en la inteligencia de las personas. Solidaridad y empatía son el antídoto ante la propagación de esos valores neoliberales.

El presidente Andrés Manuel es quien principalmente nos ha demostrado que cuando nos preocupamos por los otros más allá de nuestro egoísmo, los otros nos pagan con lo único que no puede ser comprado o vendido: “amor con amor se paga”.

Miguel Ángel Tello Vargas

Compartir

Tags:

Deja un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post comment