A partir de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, una de las estrategias que implementó con mayor rapidez fue una guerra arancelaria con países de todas las latitudes del mundo. A inicios de abril, anunció la aplicación de aranceles a más de 60 países, los cuales partieron con un 10% como base.
Trump ha justificado sus decisiones económicas imponiendo una narrativa en la que señala que Estados Unidos tiene un déficit comercial, pues los demás países han “abusado” de su relación económica con la potencia mundial. Por otro lado, otra parte de sus objetivos trata de movilizar la industria de vuelta a su país para fortalecer el empleo entre las clases medias y bajas. Asimismo, ha justificado los aranceles por cuestiones de seguridad derivadas del tráfico de drogas como el fentanilo, entre otras razones.
En el mundo, los demás países han reaccionado de diversas formas a los aranceles. Canadá y la Unión Europea han entrado en tensión con Estados Unidos, en tanto que en México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha generado estrategias diplomáticas excepcionales que le han permitido mantener la comunicación con la Casa Blanca y contener, al menos por plazos específicos, los aranceles que Trump ha querido imponer.
No obstante, al parecer las estrategias económicas de Estados Unidos tienen como principal objetivo abrir una guerra comercial en contra de China, debido a su influencia política y económica en distintas regiones del mundo. Por esta razón, muchas de las decisiones del presidente Trump parecen generar altos grados de incertidumbre o, en ocasiones, parecen hacerle más daño a su nación que a sus rivales.
Esta incapacidad de Estados Unidos para imponer los resultados que desea a partir de su política arancelaria se debe, en gran parte, a la importancia que China ya tiene en el mercado mundial. Recordemos que China, y no Estados Unidos, es ya la principal potencia exportadora. También tiene vínculos comerciales mucho más diversificados, pues el 85.9% de las exportaciones chinas van hacia países de todo el mundo, en los cuales no está incluido el vecino del norte.
Por otro lado, la configuración del sistema político y económico de China le ha permitido proteger sus indicadores macroeconómicos de manera más eficiente. Por ejemplo, la capacidad que tiene para influir en su propia moneda para despreciarla de manera controlada, y la protección que le da al desarrollo de su industria nacional con miras a la exportación global de sus productos.
Otra estrategia de China ha sido el despliegue de un poder blando que, a diferencia de Estados Unidos, está enfocado en generar acuerdos y sinergias con otros países a partir de la ayuda económica o la inversión en sectores importantes, tomando en cuenta los intereses y preocupaciones de países en el continente africano, Medio Oriente, América Latina e incluso, poco a poco, en Europa. Este tipo de acuerdos han cristalizado en grandes alianzas como la de los BRICS.
Está claro que lo que se juega actualmente en el escenario internacional es una pérdida de la hegemonía estadounidense y la entrada a un mundo multipolar que tiene a China, Rusia y Estados Unidos como los principales centros de poder e influencia en sus respectivas regiones. Asimismo, asistimos a la erosión del pensamiento neoliberal y la globalización comercial, pues las políticas arancelarias de Estados Unidos están obligando a muchos países a preocuparse cada vez más por la inversión en su industria nacional y en la capacidad para defender las diferentes dimensiones de su propia soberanía, como la política, económica, alimentaria, tecnológica, etc.
Comprender esto es fundamental para entender el papel que puede jugar México en el escenario internacional y aprovechar las dinámicas económicas y políticas mundiales para posicionarse como un actor privilegiado. Afortunadamente, los últimos dos gobiernos han apuntalado la necesidad de fortalecer la economía interna del país y se han adelantado a una inercia mundial que poco a poco hace más patente la necesidad de un Estado fuerte y capaz de brindar respuestas en un escenario de incertidumbre mundial.