Las personas más pobres del país, han enfrentado dos años extraordinariamente difíciles. La pandemia ha provocado retrocesos sin precedentes en la reducción de la pobreza, que se ven agravados aún más por el aumento de la inflación y los efectos de la guerra en Ucrania.

En el periodo de marzo a junio de 2020 se perdieron poco más de 1.1 millones de empleos formales en todo el país. Esto equivale a una reducción de 5.4% de todos los empleos formales registrados ante el IMSS. El grueso de la pérdida ocurrió en los meses de abril y mayo, en los cuales se perdieron 900 mil empleos.

La pérdida de empleos formales en el periodo de marzo a junio 2020 se concentró desproporcionadamente en los trabajadores de bajos niveles de ingreso.

De hecho, el 83.7% (933 mil) de todos los empleos perdidos corresponden a trabajadores que percibían entre 1 y 2 salarios mínimos. Los sectores productivos que han sido los más afectados, en términos relativos, han sido la agricultura (-11.5%), la construcción (-10.1%) y los servicios para personas, empresas y el hogar (-8.6%).

En estos tres sectores se concentra el 60% de todos los empleos perdidos durante la pandemia. Otros sectores afectados de manera importante, en términos absolutos, han sido la industria de la transformación (245 mil empleos perdidos, – 4.4%) y el comercio (131 mil, -3.2%). En conjunto, estos cinco sectores aportan el 94% de todos los empleos formales perdidos.

Tanto la contracción de la actividad económica como la consiguiente pérdida de empleos se comenzó a traducir en una importante reducción de ingresos para diversos segmentos de la población.

Bajo los indicadores de “aumento en pobreza total” y “aumento en pobreza extrema” y dado que la segunda es un subconjunto de la primera, el aumento de la población en situación de pobreza extrema suele deberse a que las personas que ya se encontraban en situación de pobreza moderada ahora caen por debajo del margen que las separaba de la pobreza extrema, mientras que el aumento de la pobreza total suele deberse a que personas que estaban categorizadas como en situación de pobreza ahora caen por debajo de éste.

Aunado a este panorama, el cual, se añade a las cuestiones sistemáticas que ya confrontábamos, como la desregulación fiscal, la desvalorización de los empleos, y su creciente competencia en el ámbito informal, así como los efectos de una irresponsable privatización de las fuentes y medios productivos, la figura de un “estado social”, y su herramienta más importante, un “presupuesto social” son las alternativas de administración pública funcional que afronten y den solución a daños colaterales tanto de una crisis derivada o también sistemática; promoviendo un crecimiento económico sostenido no excluyente y con responsabilidad colectiva.

Un presupuesto encaminado a las causas de los más necesitados o bien de la población con mayor vulnerabilidad económica, puede traer condiciones favorables en inversión, así como en la productividad nacional colectiva.

Para esto, es necesario entender los aspectos que motivan la conducta humana de manera modular, definido de manera teórica en niveles de necesidades básicas (fisiológicas y biológicas) de manera jerárquica desde su nivel más básico hasta una autorrealización. Sin duda es necesario analizar el concepto económico de la “Pirámide de Abraham Maslow”, la cual explica de forma visual el comportamiento humano según nuestras necesidades.

En la base de la pirámide aparecen nuestras necesidades fisiológicas, que todos los humanos necesitamos cubrir en primera instancia. Una vez cubiertas estas necesidades, buscamos satisfacer nuestras necesidades inmediatamente superiores, pero no se puede llegar a un escalón superior si no hemos cubierto antes los inferiores, o lo que es lo mismo, según vamos satisfaciendo nuestras necesidades más básicas, desarrollamos necesidades y deseos más elevados.

Rubros como los de seguridad social, previsión social, protección a la integridad física, derechos de vivienda, movilidad pública, educación, capacitación, y fomento al desarrollo agropecuario, son de suma importancia en la planeación y aplicación del presupuesto del gasto público.

Teniendo en cuenta el planteamiento de Maslow, es necesario un análisis hacia la redistribución equitativa de los recursos, para bien, fomentar mayor productividad de cada célula familiar, sin importar los temas de estatus, género, condición demográfica, entre otras categorizaciones, y siendo esta la representación más importante de nuestra sociedad, en todos los niveles socioeconómicos y productivos para cada uno de los sectores económicos.

El próximo gobierno debe de considerar, de manera imperante, la sensibilización de las designaciones presupuestales, encauzadas a cubrir las necesidades de la población de menores recursos y oportunidades, siendo esta, una oportunidad pertinente e invaluable, de generar precisamente las condiciones de crecimiento sostenible del desarrollo económico equitativo y equilibrado en todos los estratos sociales.

Un presupuesto social, debe de ser la base de lo que posteriormente puede ser, la potencialización de un estado productivo y atractivo para las inversiones y el desarrollo económico internacional.

Un presupuesto social debe de ser la base de un Hidalgo que será potencia.

Miguel Ángel Tello Vargas

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